Las energías renovables, en particular la eólica y solar, están llamadas a desempeñar un papel fundamental en la transición hacia sistemas energéticos descarbonizados para frenar el cambio climático. Sin embargo, su integración en los planes de desarrollo se ve comprometida debido a la intermitencia de su producción, sujeta a la variabilidad de las condiciones atmosféricas. Para hacer frente a este reto, un estudio internacional liderado por investigadores de la Universidad de Murcia y de la Plataforma Temática Interdisciplinar (PTI) Clima y Servicios Climáticos del CSIC propone una estrategia, basada en el análisis de la variabilidad natural de los recursos, para planificar un despliegue de instalaciones eólicas y solares fotovoltaicas que optimice su complementariedad espacio-temporal y minimice las fluctuaciones de la producción conjunta de ambas energías.

El resultado de la investigación se ha llevado a la práctica con la creación de una herramienta de libre acceso denominada Climax. Se trata de un modelo que identifica regiones con una variabilidad temporal similar de ambos recursos (solar y eólico) y determina las cuotas óptimas de cada tecnología en dichas regiones. Es decir, busca aquellos lugares donde las energías solar y eólica puedan ser aprovechadas al máximo desde una perspectiva no individual, sino conjunta. Según los investigadores, una ubicación óptima de las instalaciones de cada tecnología reduciría hasta un 60% las anomalías mensuales de la producción total de electricidad eólica y solar.